Si en el Beijing de 1995 era raro ver a un perro en la calle, 10 años después estamos sumergidos en un mar de hocicos peludos, que cuando mueren no hay dónde enterrar. Hay además beijineses que viven...
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Si en el Beijing de 1995 era raro ver a un perro en la calle, 10 años después estamos sumergidos en un mar de hocicos peludos, que cuando mueren no hay dónde enterrar. Hay además beijineses que viven...