AL pasear por las calles de Lhasa, lo que más me llamó la atención no fueron las ancianas que hacen girar sin cesar sus molinillos de oraciones, ni los kangba, audaces tibetanos nómadas que llevan en...
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AL pasear por las calles de Lhasa, lo que más me llamó la atención no fueron las ancianas que hacen girar sin cesar sus molinillos de oraciones, ni los kangba, audaces tibetanos nómadas que llevan en...