EN la calle Singye, de Shanghai, se yergue un modesto edificio de dos pisos, de ladrillos grises, con puertas de frontón semicircular y hojas de madera, adornadas con aldabas de anillos de hierro...
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EN la calle Singye, de Shanghai, se yergue un modesto edificio de dos pisos, de ladrillos grises, con puertas de frontón semicircular y hojas de madera, adornadas con aldabas de anillos de hierro...