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Directory Of Year 1960, Issue 1
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PRONOSTICOS DEL TIEMPO CON METODOS CASEROS

Year:1960 Issue:1

Column: ARTICULOS

Author: Por LI CHIN-TING y JU CHIEN

Release Date:1960-01-01

Page: 34,35

Full Text:  


Li Shi-ting
«Ahora, ese tipo de nubes . . .» el viejo agricultor Juang Kuojung enseña la meteorología tradicional a Tuan Tso-chun, uno de los dos jóvenes operadores de la estación meteorológica de la comuna popular Changjou, en la provincia de Junán

Li Shi-ting «Ahora, ese tipo de nubes . . .» el viejo agricultor Juang Kuojung enseña la meteorología tradicional a Tuan Tso-chun, uno de los dos jóvenes operadores de la estación meteorológica de la comuna popular Changjou, en la provincia de Junán

A MEDIODIA, el cielo estaba claro y brillante aquel día de verano que visitamos la comuna popular Changjou, en la costa del lago Dungting, provincia de Junán. Buen tiempo, podía pensar uno, para asolear el arroz recién trillado. Pero en el lugar de la trilla los enormes montones de granos se hallaban bajo resguardo, cubiertos con esteras o delgadas capas de paja.

— La tormenta se dejará caer esta tarde — explicó un viejo campesino mientras se acariciaba la barba —. Lo han dicho nuestros meteorólogos. Y siempre aciertan.

Unas horas más tarde se levantó un viento alto, que acarreaba espesas nubes desde el Este y produjo un denso aguacero. Pero como estaban preparados, los miembros de la comuna no sufrieron pérdidas.

La unidad meteorológica de Changjou fue creada en 1958, accediendo a una demanda general de las comunas de que se establecieran pequeñas estaciones para ayudar a la agricultura. Tuan Tsochun, de veintiún años, que había estudiado un año de escuela secundaria, y Tsui Shu-chun, una muchacha de aproximadamente la misma edad, graduada en la escuela primaria, fueron enviados a seguir un cursillo especial de veinte días organizado por la oficina agrícola del distrito. Allí aprendieron ambos los principios básicos del trabajo meteorológico, a interpretar los pronósticos radiales sobre el tiempo y a manejar instrumentos sencillos de meteorología.

De regreso al lugar para emprender la tarea de hacer pronósticos locales, los jóvenes se dieron cuenta de que un equipo como el que habían usado en la ciudad del distrito, y cuyo costo era de alrededor de unos 2.000 yuanes, resultaba demasiado caro para la comuna. Cuando le expusieron el problema al secretario del Partido Comunista, éste les aconsejó:— Para éste, como para otros trabajos, lo mejor es acudir al pueblo.

Consejo de Ancianos

En sus visitas a los ancianos, ambos jóvenes «meteorólogos» aprendieron muchos proverbios y cantos populares que se refieren al tiempo, como la popular balada que dice:

Las nubes que vienen del Sur traen lluvia fuerte;
si marchan al Oeste la llovizna es segura.
Son mejores las nubes que vienen desde el Este
porque traen buen tiempo y una atmósfera pura.

Organizaron un grupo de cinco ancianos campesinos cuyo conocimiento del tiempo local los convertía en valiosos consejeros. Trabajando con ellos en los campos, los dos jóvenes aprendieron lo que significaban las diferentes clases de nubes en su zona. Estudiaron las plantas, las hormigas y las culebras de agua conocidas por su sensibilidad a los cambios del tiempo. En las noches aprendieron también a interpretar el canto de las ranas.

— Si las sanguijuelas en un arrozal nadan en la superficie del agua o trepan al cerro, es signo de que se aproxima una fuerte tormentales dijo el viejo Cheng Tungnan. — Si las gallinas no quieren acostarse en sus nidos, es que va a llover — dijo un criador de aves. Un cocinero les contó que cuando aparecía espuma en las tinajas de los vegetales en salmuera, eso significaba lluvia.

Pronto los jóvenes llegaron a tener coleccionados más de trescientos proverbios y baladas sobre el tiempo y ochenta y nueve clases de plantas y animales sensibles a los cambios. Probándolos uno a uno escogieron los mejores para emplearlos en su laboratorio.

— Estos son nuestros instrumentos meteorológicos vivientes — me dijo Tuan Tso-chun el día después de la lluvia. Señaló la docena de jarros de vidrio en los cuales sanguijuelas, lochas, babosas de agua y también algunas plantas se conservaban. Aquella mañana las sanguijuelas, lochas y un pez de agua dulce yacían quietos en la tierra del fondo de los jarros. Las babosas flotaban en la superficie. Todos esos eran síntomas de buen tiempo.

— No crea que estas cosas pequeñas están desprovistas de importancia — dijo el joven Tuan, registrando sus observaciones en una columna de su libro diario. — Reaccionan con mucha rapidez ante la inminencia de los cambios del tiempo. Nos dan informaciones que no podemos obtener en ninguna otra parte acerca de los cambios que se aproximan en nuestra comuna. Combinamos esas informaciones con los anuncios que dan por radio la comuna y la provincia y entonces hacemos nuestros pronósticos locales. La estación tiene que conseguir nuevos animales cada diez días — explicó — Fuera de su medio natural, los viejos pierden la sensibilidad.

Tuan recordó las reacciones de los animales ante una violenta tormenta del mes de marzo último. Mientras trabajaban en el campo, él y Tsui Shu-chun se dieron cuenta de que en el cielo se habían formado «fibras blancas», que son una clase de nubes cirro de las que los viejos dicen que son anuncio de malas condiciones. Los jóvenes meteorólogos corrieron de regreso a su laboratorio y se asombraron al encontrar a las lochas terriblemente agitadas en sus jarros. En cuanto a las cinco sanguijuelas, habían roto la gaza que cubría su jarro y huido.

Jamás antes habían visto a esos seres tan excitados, lo que les hizo sentir que se aproximaba una violenta tempestad. Y, de acuerdo con lo que decían los campesinos, ésta iba a ser seguida de una ola de frío. Pero aquel día, temprano, la estación meteorológica del distrito había pronosticado sólo un viento más o menos fuerte, pero no una ola de frío. En este instante, el tiempo estaba aún bastante bueno. Los dos jóvenes pensaron que debían anunciar la ola de frío, pero vacilaban en hacerlo ante esas contradicciones. Discutieron el asunto con el secretario del Partido, quien decidió que debían obrar sobre seguro y lanzar una advertencia de emergencia. Fue izada entonces la bandera blanca, que significa una ola de frío ad portas

Se corrió la voz rápidamente, por teléfono, a los diferentes equipos de trabajo. Hacia las 11 de la mañana resonaban en los campos campanas y batintines y más de treinta mil personas habían sido movilizadas para preparar a la comuna para hacer frente a la ola de frío. Detuvieron la siembra de arroz y cubrieron las 200 hectáreas ya sembradas con una espesa capa de paja de fresno. Alrededor de los campos levantaron cortavientos.

A las 5 de la tarde un viento frío y una granizada azotaron la zona. Pero la comuna Changjou sufrió muy poco. Cuando llegó la época, el arroz brotó como de costumbre y los campesinos obtuvieron una abundante cosecha.

Los jóvenes pronosticadores recuerdan otra decisión difícil. El 7 de junio pasado encontraron a las sanguijuelas levantándose en la superficie del agua, a las babosas sumergiéndose y a las lochas muy excitadas, signos todos estos de lluvia. Los miembros de la comuna proyectaban pulverizar a la mañana siguiente los arrozales con unos 1.000 kilos de insecticida que habían adquirido para el objeto. Pero la lluvia iba a reducir mucho el efecto de la solución. Como la estación del distrito no había anunciado lluvia, los dos jóvenes no se atrevían a decidir si pronosticaban o no una lluvia local. Enfrentados a una responsabilidad tan grande, decidieron que no tenían bastante experiencia para adoptar una resolución. Al consultar a sus cinco ancianos consejeros, el viejo Chen Si-ting, el jefe del grupo, dijo que cuando al crepúsculo las aguas del lago Dungting lucían de color carmesí, al día siguiente llovía de seguro. Los otros asintieron. Esto fue, en efecto, lo que ocurrió. Respaldados así, los pronosticadores dijeron: lluvia. El comité del Partido Comunista lanzó de inmediato una disposición de emergencia postergando la pulverización. Al mediodía siguiente llovía mucho.

Combatiendo la Sequía

Aunque la provincia de Junan, como la mayor parte de la China central, sufrió una severa sequía a mediados del verano pasado, cuando yo estaba allí, todos los canales, depósitos de agua y estanques de la comuna popular Changjou estaban todavía llenos. En los arrozales, el agua tenía tres pulgadas de profundidad.


Liu Li
Tuan Tso-chun y Tsui Shu-chun recogen otra provisión de sanguijuelas, su instrumento meteorológico de «crianza casera»

Liu Li Tuan Tso-chun y Tsui Shu-chun recogen otra provisión de sanguijuelas, su instrumento meteorológico de «crianza casera»

— Tenemos que agradecer esto a nuestra estación meteorológica — explicó orgullosamente Yang Yichiang, uno de los administradores de la comuna —. A comienzos de julio, los pronosticadores sostuvieron su reunión mensual con los consejeros para discutir las posibles variaciones del clima en las semanas siguientes. El viento había continuado soplando desde el Sur — dijo el anciano — el «día del calor suave» en el viejo calendario chino, que el año pasado cayó el 8 de julio. Cada vez que esto había sucedido en el pasado — dijeron — siguió un largo período de sequía.

La estación meteorológica de la comuna hizo una advertencia. Antes que el arroz tempranero estuviera maduro y el arroz tardío listo para la trasplantación, los miembros de la comuna se prepararon para una sequía. Hicieron 1.800 carros de agua, pequeños, para riego. Se organizó un cuerpo de 3.000 hombres para guiar el agua de los ríos cercanos a estanques y otros lugares de almacenamiento. A fines de julio, cuando hice mi visita, hacía más de cuarenta días que no caía una gota de lluvia. Pero los 40.000 mus de arroz y los 20.000 mus de algodón de la comuna estaban bien regados y creciendo espléndidamente.


[注释]
LI CHIN-TING, y JU CHIEN son reporteros de Renmin Ribao (Diario del Pueblo) destacados en la provincia de Junan.

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