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Directory Of Year 1960, Issue 1
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UNA FLOR DE LA ARQUITECTURA MODERNA BROTA DE LAS MANOS DEL PUEBLO

Year:1960 Issue:1

Column: ARTICULOS

Author: Por LI BO-TI

Release Date:1960-01-01

Page: 15-18

Full Text:  


Levantando las vigas de acero para el techo del auditorio Chen Chen-tsang

Levantando las vigas de acero para el techo del auditorio Chen Chen-tsang

EN pleno corazón de Pekín, al suroeste de la plaza de Tien An Men, se yergue el nuevo Gran Palacio del Pueblo. Es un edificio cálidamente atractivo, luminoso a pesar de su gigantesca talla, con altas y hermosas columnas de mármol gris que descansan sobre bases de mármol rojo con diseños florales, y con un tejado plano de tejas amarillo-doradas sobre aleros en forma de pétalos de loto. Tiene 336 metros de frente, lo que equivale a dos cuadras. Su espacio construido es de 171.800 metros cuadrados, más que el de todos los palacios de la «Ciudad Prohibida» de los viejos emperadores chinos, que queda al frente, en el lado norte.

Es este un palacio ideado por el pueblo para su propio uso, en un país donde los más — y no los menos — participan en los asuntos de estado. En el gran auditorio de 10.000 asientos se celebran las sesiones de la Asamblea Popular Nacional. Se inauguró con la celebración del décimo aniversario de nuestra República Popular, el pasado octubre. Aquí se reunieron recientemente más de 6.500 héroes del trabajo de todo el país, para intercambiar experiencias sobre la construcción del socialismo. Cuenta además el Palacio con un comedor para banquetes con capacidad de cinco mil personas; con enormes salones, gran cantidad de salas de reunión y un ala de oficinas para el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional.

La belleza y la comodidad se combinan con todo lo que la ciencia moderna puede realizar para lograr que esto sea accecible a los 650 millones de nuestra vasta nación. Miles de los asientos del auditorio están equipados con audífonos por los cuales se transmiten simultáneamente las sesiones en 12 de los idiomas del pueblo multinacional de China. Hay comodidades de electro-comunicación para los delegados y la prensa y también instalaciones para radiotransmisión, filmación y televisión. La temperatura y la humedad de las salas están controladas por aire condicionado.

Pero lo más interesante es que este edificio, el más complejo que se ha intentado en China, fue construido en sólo diez meses (11 meses y medio, si se considera el proyecto). La dificultad de la tarea puede juzgarse por varios hechos. Entre los elementos estructurales principales hay: dos pilares de concreto armado de dos metros cuadrados de base y más de cuarenta metros de alto, que soportan un peso de 3.300 toneladas, en el auditorio; una viga de concreto armado de 9 metros de espesor (más de cuatro veces la estatura de un hombre) y 32 metros de largo; dos galerías del auditorio sostenidas por dos extensiones o puentes de contrapeso de vigas de acero, de 16 metros; doce vigas de techo de más de 60 metros de longitud; y dos vigas de acero apuntaladas, de 141 toneladas, que sostienen el techo de la sala de banquetes. Fuera de todo esto, hay una inmensa cantidad de meticulosos detalles en la instalación interna, decorados artísticos y amoblado.


Para arreglar el interior del auditorio se colgaron andamios desde las vigas del techo, a través de las claraboyas, y desde los balcones, posibilitando así el trabajo a diferentes alturas

Para arreglar el interior del auditorio se colgaron andamios desde las vigas del techo, a través de las claraboyas, y desde los balcones, posibilitando así el trabajo a diferentes alturas

El milagro de haber logrado todo esto en tan poco tiempo fue parte del gran salto adelante de China, del surgimiento de la energía y destreza de las masas bajo la dirección de la línea general del Partido Comunista que consiste en: «Poner en tensión todas las fuerzas, pugnar por marchar siempre adelante para construir el socialismo según la norma de cantidad, rapidez, calidad y economía». Este espíritu liberó la mente del pueblo para «pensar, hablar y obrar con audacia».

Las claves del éxito fueron: 1) «La política en el mando», que significa la dirección del Partido Comunista en el trabajo de realizar la línea general; y 2) la línea de masas, que significa la amplia movilización de la iniciativa de las masas bajo la dirección del Partido. Esto pudo verse en todas las fases del trabajo.

El primer problema fue, desde luego, la planeación. Enfrentados al problema de tener que hacer tanto en tan poco tiempo, los arquitectos y los proyectistas estaban tan preocupados como inspirados; no sabían por donde comenzar. Los dirigentes del Comité Central del Partido y de su comité municipal de Pekín los animaron fervorosamente. Para mejor efecto se les aconsejó que la política que se debía seguir era la de «Que cien flores se abran, que compitan cien escuelas ideológicas» y que se debía consultar a las masas. Contaron una historia para ilustrar estos puntos: Hace muchos siglos, el artista Sheng Yung creó el primer retrato de Buda. Pero debido a que estaba estereotipado según las líneas de los de la India, cuando vino la religión, el pueblo chino no quedó satisfecho. El autor, pues, hizo uno y otro intentos, colocando todos sus cuadros en lugares visibles y escondiéndose tras ellos para escuchar lo que decían los transeuntes. El resultado final fue la hermosa versión china de Buda, gran logro artístico y comprendido por el propio pueblo. De la misma manera, los proyectistas del Gran Palacio del Pueblo no debían atenerse a modelos establecidos, sino absorber lo mejor de toda la experiencia — nacional y extranjera, vieja y nueva — y escuchar la opinión de las masas; y ser, además, audaces para crear algo nuevo.

Los mil o más arquitectos, proyectistas y otros expertos que tomaron parte, de 16 provincias y ciudades, siguieron estas normas. Empezaron el 15 de septiembre de 1958 y procedieron a gran velocidad. Distintos grupos trabajaron los planos, los cuales, junto con otros, enviados por arquitectos de todas partes de China, fueron discutidos y se eligieron los mejores puntos de ellos. Lo fijo, para todas las ramas, era que el edificio debía demostrar que «el hombre es el amo». No debía permitirse que ningún fetiche arquitectónico o de otro tipo se interpusiera en el camino. Se celebraron reuniones para conocer las opiniones de los dirigentes del Partido y del Gobierno y de otros que usarían o trabajarían en el Palacio. Entre éstos, se consultó a los choferes de automóvil sobre el proyecto de los costados, a los cocineros, sobre las cocinas, a los filmadores, sobre la iluminación y a los médicos, sobre la velocidad de los ascensores, para resguardar a los ancianos. Se buscó el consejo de las unidades de construcción que trabajarían en el edificio.

En el aspecto externo, de acuerdo con el mismo principio de que «el hombre es el amo», no hay ningún signo de temor o preponderancia, como en los palacios y templos feudales. El camino para coches y las escaleras se elevan gradualmente de Tien An Men. No hay separación. Los colores del edificio mismo son agradables. Su base es de granito rosado, sus paredes, de color damasco. Las columnas, en las entradas centrales, se apartan la una de la otra como para dejar paso a la gente.

Dentro del auditorio, en todo su tamaño, uno no se siente insignificante, sino que comprendido y elevado. El techo y las paredes son circulares. La gigantesca y reluciente lámpara central tiene la forma de una enorme estrella roja rodeada por dorados pétalos de girasol. Este dibujo representa a la dirección del Partido Comunista y a los 650 millones de chinos vueltos hacia él como hacia el sol. Está rodeada por otras luces ondulantes que simbolizan el continuo movimiento de la revolución china, de victoria en victoria. Y más allá de éstas hay una multitud de luces redondas, que representan las creaciones del trabajo del pueblo, innumerables como las estrellas del cielo.

El 15 de octubre se había aprobado el plano general. Diez días más tarde se entregaban fotocalcos basados en él a los dirigentes de la empresa. Entonces, la construcción comenzó sin demora y 150 arquitectos y proyectistas se trasladaron al lugar, donde corrigieron errores y defectos del plano e hicieron las planeaciones ulteriores simultáneamente con la construcción. El proceso de consulta a las masas siguió adelante. Se hicieron y se exhibieron modelos propuestos de las diferentes secciones. En una etapa, la gente de la calle se sorprendió al ver una selección de capiteles temporales, hechos en yeso, sobre las columnas. Los exhibían para los comentarios del público.

Los constructores

La empresa organizadora, la Compañía constructora municipal Núm. 1, proporcionó la fuerza principal de 6.000 constructores. Junto a ellos estuvieron las personas que vinieron especialmente de 18 provincias, regiones de autonomía nacional y ciudades, funcionarios y soldados del Ejército de Liberación Popular y trabajadores de gobierno, desde los ministros para abajo. En conjunto, trabajaba diariamente un promedio de 14.000 personas. Fueron organizados a través de un cuartel general, cuarteles complementarios y sectores de trabajo. El comando central estaba a cargo de toda la situación y de los problemas claves, mientras que cada nivel era responsable de su propio trabajo. Los jefes participaron en el trabajo manual y los obreros, en la administración. Cada equipo eligió funcionarios responsables de la calidad, la planeación y las estadísticas, de los materiales y herramientas y de la seguridad. Cada grupo tenía voz para proponer sus propios planes de trabajo, programas y niveles de eficacia, y para decidir sobre la calidad y la cantidad de materiales necesarios.

La mano de obra se desplegó como en una campaña militar, con unidades pequeñas combinadas en unidades mayores para atacar los trabajos claves, bajo un plan estratégico total. No habría sido posible terminar este edificio en diez meses si la mano de obra hubiera estado dividida y esparcida parejamente, en todo momento, en cada una de las diferentes secciones del trabajo.

Muchos problemas difíciles surgieron y fueron superados. A pesar de la experiencia acumulada previamente en el gran salto adelante, que les diera confianza, los constructores comprendieron pronto que las necesidades técnicas y de calidad de esta obra estaban en muchos casos bastante más allá de su experiencia anterior.

El método empleado para elevar a cada uno al nivel de la nueva tarea fue el de «la política en el mando» y el de los movimientos de masas. El primer paso fue una reunión de delegados de los obreros, a quienes se instruyó sobre la significación de la construcción del lugar donde la Asamblea Popular Nacional, que representa a los 650 milliones de chinos, tomaría sus decisiones sobre la política nacional. A la vez se les dio una sobria cuenta de las dificultades que se presentarían. ¡Se necesitaba la iniciativa y la inventiva de cada uno para solucionarlas! Cuando los delegados informaron a sus compañeros de trabajo se produjo una marea de promesas.


Chang Bai-fa, uno de los constructores, acompaña a algunos colegas delegados a la conferencia de héroes del trabajo a dar una vuelta alrededor del ya terminado Gran Palacio del Pueblo

Chang Bai-fa, uno de los constructores, acompaña a algunos colegas delegados a la conferencia de héroes del trabajo a dar una vuelta alrededor del ya terminado Gran Palacio del Pueblo

La construción tendría cinco etapas decisivas: sentar los cimientos; erigir la estructura de concreto armado; colocar las armaduras del techo; fijar el interior y las instalaciones.

El 28 de octubre, dos mil hombres empezaron a cavar. Desde el comienzo mismo se realizaron campañas de emulación socialista. Los equipos vencedores del turno diario obtenían una bandera roja; los del nocturno, una linterna roja. Además de tener que desrraizar los cimientos de concreto de las construcciones demolidas para abrir camino al Gran Palacio, los cavadores encontraron inesperadamente un profundo lecho barroso de un antiguo río. Esto determinó que tuviera que cavarse mucho más profundo de lo que se había proyectado, para el nuevo edificio. En esto se fue un mes entero, la décima parte del tiempo fijado.

Cuando empezó el trabajo de concreto armado en la magnífica sala de banquetes, muchos creyeron que el programa no se podría cumplir. Localizado en el segundo piso, sus dimensiones excedían las de una cancha de fútbol. Su piso, que debía sostener el peso de 5.000 personas, tenía que apoyarse en enormes vigas de concreto armado, cada una de ellas con 125 gruesas varillas de acero y de mayor altura que la de un hombre. Como las varillas estaban a una distancia de sólo entre 3 y 8 centímetros la una de la otra, hasta un guijarro del tamaño de un damasco se habría estrangulado en el armado y resultado en una colmena o en puntos de viruela. Lo que es más, el vaciamiento debía ser continuo durante 72 horas, desde el comienzo al fin. El sentimiento de que los requerimientos de calidad no se obtendrían se divulgó.

El comité del Partido abordó de frente estos estados de ánimo. Realizó una reunión de la fuerza de trabajo y llamó a todos a empujar hacia adelante, en el espíritu de la línea general. Señaló a los obreros que debían enfrentar este obstáculo de la misma manera que el Presidente Mao, en todos los instantes de las difíciles luchas revolucionarias del pueblo chino, nos había enseñado a considerar a los enemigos. En general, estratégicamente, el enemigo debía ser contenido con poca fuerza, puesto que no había duda de que sería derrotado al final. Pero en cada batalla separada, es decir, tácticamente, era preciso abordar a fondo cada factor, y todo el esfuerzo y la inventiva debían concentrarse en la lucha. Aplicando este precepto a las vigas, la dirección analizó todas las condiciones favorables para alcanzar éxito, así como también las dificultades que había que vencer. Un obrero dijo después:—Debemos llamar gatos a las vigas. ¿Quién no puede arreglárselas con un simple gato? Pero para manejarlos, seamos tan agudos como si fueran tigres. Así todo irá bien.

El plan de campaña para poner el concreto fue trazado por los jefes de proyección, los ingenieros y los obreros más experimentados y luego expuesto a todos los obreros a quienes correspondía realizar este trabajo, para conocer sus opiniones. Puesto que las varillas de refuerzo se pusieron más juntas la una a la otra en la parte de arriba y en los cimientos del corte trasversal de las vigas, se decidió echar el concreto desde los lados, donde el espacio era más amplio y no se pegarían las piedras.

Se les dijo a todos que tomaran un buen sueño reparador. Pero los obreros estaban tan impacientes, que algunos se hallaban en sus puestos antes de las 3 de la mañana, mirándolo y arreglándolo todo.

A las 8 de la mañana, los altavoces dieron la señal de comenzar. El trabajo comenzó resueltamente, con los secretarios del Partido y otros dirigentes a la cabeza. Se lanzaron desafíos de emulación. Las cargas de las carretillas llegaban a toda velocidad a los vertederos, llenas de concreto fresco, que era rápidamente derramado. Especialistas en reparaciones estaban listos para entrar en acción por si alguna pieza del equipo fallaba.

El espíritu comunista de ayuda mutua quedó en alta evidencia. Los equipos que terminaron primero se dividieron y enviaron hombres a ayudar a los otros. Los obreros a los que se les ordenara que salieran a descansar, aparecían de repente donde el trabajo era más encarnizado.

Los mil y tantos hombres terminaron de aplicar el concreto en 33 horas, menos de la mitad del tiempo que se había calculado. La calidad: excelente.

Inventiva y Destreza

La mayoría de los obreros chinos son nuevos en sus especialidades, cosa completamente natural en una economía nacional de crecimiento rápido. Tanto en cantidad como en destreza, aquellos que construían el Gran Palacio del Pueblo estaban «por debajo de la norma». Para resolver esta seria dificultad, el comité del Partido desplegó un movimiento a gran escala para «aprender de todo un poco», llamando a cada uno a sacudirse de todo temor reverente ante las técnicas que eran necesarias y a hacerse dueño de ellas. Por otro lado, organizó a los obreros que ya tenían preparación y experiencia para que resumieran sus métodos y los comunicaran a los otros.

Entre los hombres que hicieron ese magnífico trabajo de poner el concreto en el Gran Palacio del Pueblo, muchos eran completamente legos cuando llegaron a la obra. Y la gente que admira los 24.000 metros cuadrados de suelo y columnas de mármol perfectamente colocados y la gran escalera central de mármol blanco, jamás se imaginaría que de los centenares de obreros que allí trabajaron sólo veinte, que actuaron como profesores, tenía antes alguna experiencia con el mármol. Pero tal era el ansia de aprender y su entusiasmo y sentido de la responsabilidad, que hicieron un trabajo de expertos y aún se dieron maña para emparejar las vetas de las lozas adyacentes sugiriendo dragones y caballos alados, símbolos estos últimos del gran salto adelante.

En la construcción del auditorio, la integración de los métodos tradicionales con la técnica más moderna dio lugar a escenas grandes y fantásticas. Para colocar en su lugar las doce grandes armaduras para sostener el techo, dos pares de gigantescas cabrias de acero en forma de V invertida, como aquellas que se usaban con postes de madera en la antigua construcción de casas en China, fueron instaladas sobre las murallas paralelas, aún desprovistas de techo, a 40 metros del suelo. Pronto las armaduras, provistas de ligaduras de acero para evitar que se doblaran y se torcieran en medio del aire, fueron levantadas por medio de pesados cables de acero, suspendidas de las barras e izadas con cabrestantes eléctricos. Eran necesarios los cálculos más precisos y la atención más meticulosa para cada movimiento. Pero con este invento autóctono y la destreza de nuestros obreros, aparejados a los materiales modernos y fuentes de energía, todo marchó sin dificultades.

Hacia la segunda mitad de mayo, la tarea clave era el arreglo del interior. ¿Cómo realizar simultáneamente la cantidad de trabajos diferentes dentro del auditorio? Procediendo en la forma habitual, por lo menos se hubieran necesitado seis meses. De nuevo el Partido celebró una reunión de masas y planteó la situación ante los obreros para que la discutieran. El personal de los andamios y el personal técnico encontraron la respuesta. Empleando los delgados troncos de 15.000 abetos construyeron muchas capas de plataformas. Algunas estaban suspendidas de las vigas de acero (a través de los huecos para la iluminación en el cielo raso), otras de los balcones, dejando el suelo completamente libre. El resultado fue que una cantidad de obreros que fluctuaba entre mil y 6.000 trabajaban en ocho niveles de altura simultáneamente, en las paredes, en el cielo raso, en los balcones, en las instalaciones eléctricas, etc. En 40 días, todo estuvo listo. Sólo quedaba instalar las sillas y sus equipos correspondientes.

Lejos de la actividad en el lugar mismo, se desarrollaban los esfuerzos de los obreros de más de 200 fábricas, madererías y canteras, en 23 provincias y ciudades, y de los obreros del transporte que conducían a los constructores y los equipos de la obra.

A fines de agosto, el andamiaje interior y el exterior fueron removidos. El hermoso Gran Palacio lució de pronto ante los ojos del pueblo como una flor de loto, perfecto en cada uno de sus detalles.


[注释]
LI BO-TI es redactor de China Reconstruye

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